miércoles, 3 de noviembre de 2010

Perro

--- ¡Hola!  ¡Perro!

                Saludé desde mis adentros. Me salió así, de la pena que me daba él y su encierro.

                Dirigíame a casa y al pasar por el mercado de San Miguel, lo vi. encerrado dentro de un vehículo. De esa manera lo habían dejado sus dueños, bien por dejadez, bien porque las leyes humanas coartaban al canino pisar determinados lugares.

                Cumpliría, pues, la doble función de no ser molestia y cuidar el coche. Pero, el animal se mostraba inquieto. Fuera estaba lloviendo. Era un feo domingo de mayo. Más abajo, la calle de los “mesones”,  despedía, a esa hora de la noche, risas y tugurio.

                Soldados y gente policroma, se mezclaba, produciendo griterío. Encerrábanse en esa alegría improvisada por la insustancial vida. Olía el ambiente a vino bandolero, bajo la suave y limpia lluvia.

                El perro gritaba ahora con sus aullidos, una libertad plena. Si el hombre no la había conseguido; cómo la iba conseguir él.

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Anvik HerrRed (c) Madrid, 15.05.1977

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