A él, sí, se le ve caminando despacio entre cosas artificiales, entre objetos materiales, luminosos, grandiosos, especiales.
Los grandes universos de Nueva York, de Londres, de Roma, de Madrid, París, etc.….., le albergan.
Apenas se da cuenta de nada, y le da por caminar. Es “el Judío errante”, y camina: primero un zapato, y luego el otro…. Una mirada y luego otra…
No para, sigue su ruta recta para el. Está encerrado en esa perfecta esfera transparente, herméticamente cerrada…, línea recta, línea recta….
Es domingo y ha entrado. ¡Sí!.
No sabe por qué y está dentro. Vuelve a caminar entre las mesas, el ruido, las risas, los sonidos.
Para él todo eso es ¡Atmósfera vibrante de eternidad!
Para él es “todo“o es “nada”.
Ya está cansado de hacer la pregunta científica sobre su situación y lo que le rodea. Ya no pregunta, se abandona y se mueve entre las cosas, con su mirada vaga y perdida, con su sonrisa de acero; metálica y dulce a la vez.
Ahora, bebe. Saborea el líquido rojo de su vaso. Su rayo visual atraviesa el éter, y se posa en un rincón. Luego, se vuelve a poner en marcha y revisa el sentido de cada cosa.
Trata de escudriñar lo sustancial del trozo de tiempo en que se encuentra. Se ha parado en el humo, su rayo visual ayuda a su mente a registrar esto, pero no puede, se rinde.
Ahora, el humo penetra en su interior. Ahora, todo su intelecto se haya repleto de humo. Ahora, toda la materia fofa de su cerebro es gaseosa y se levanta. Comienza a flotar hacia el techo. Lo atraviesa, cruza el cielo hacia arriba, siempre hacia lo alto. Cruza los espacios oceánicos de la atmósfera del planeta, y se pierde en el silencioso ritmo de la caja negra de estrellas.
Final
El hombre estaba en una discoteca de la ciudad.
Se había quedado dormido.
Conservaba entre sus manos un vaso vacío.
El hombre era joven.
Unos muchachos de corta edad pasaron junto a él.
Uno de ellos, desde sus transparentes ojos dijo:
“! Es el…. IDEALISTA!”
Anvik HerrRed (c) Madrid, 23.05.1.977
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