martes, 2 de noviembre de 2010

El otro lado (Haloween)

Las almas de los fallecidos tenían formas similares a la vida que habían dejado.
Caminaban por las aceras un poco perdidos al principio, más que caminar deambulaban como autómatas.

Eran calles muy transitadas, tanto por las “formas” como por seres de luz blanquecina que cuando chocaban con alguna de las formas, sencillamente la traspasaban, puesto que se trataba de dos planos existenciales paralelos y diferentes.

Realmente, los seres de luz blanquecina eran los seres vivientes vistos desde un tercer plano, y las formas correspondían a los fallecidos que ahora permanecían en otro plano existencial diferente al de los seres “vivientes”.

Ambos por tanto, coexistían en las mismas calles, en las mismas aceras, pero estos últimos lo primero que tenían que hacer era habituarse a esta nueva vida, ya que todas las cosas no habían cambiado, pero no encontraban a sus seres conocidos en vida, porque estaban en el otro lado y los otros en este, y viceversa.

Tampoco podían distinguir ninguna faz de los seres blanquecinos, para ellos sólo eran una especie de burbujas de luz.

Poco a poco, se iban aclimatando a este nuevo mundo, en donde también existían instituciones superiores que tenían, entre otras cosas, la facultad de insuflar vida en el otro lado, a partir de formas comprimidas, que eran capaces de dejar pasar a través del útero de las parturientas. De esa forma, podían insuflar nueva vida desde una anterior, algo que venía a autentificar la teoría de la reencarnación.

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Anvik HerrRedm (c) Madrid,  01.11.2010

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