El ojo de la gran serpiente entorna los ojos despacio, y al dilatarse su pupila un fragmento de luz se introduce dentro de ella. El día de la magia ha comenzado. Las varitas encantadas bailan su danza en el centro de un bosque encantado. Los cantos rodantes (rolling stones) chocan entre sí impulsados por la corriente de agua de rios implacables. Viendome inmerso dentro de toda esta vorágine me cubro con un trozo de paño viejo que resulta que es la capa de la invisibilidad. Deseo tener siempre encima de mi esta capa mágica que me proteja de tantos ataques del exterior, de tanta maldad descontrolada, de tantos impedimentos a una vida feliz y digna.
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Anvik HerrRed (c) Madrid, 26.11.2010
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