domingo, 5 de diciembre de 2010

El vuelo del brujo

Estos días el ciclo otoñal está atravesando su fase final. La lluvia cae entre el viento helado de las montañas y con las hojas caídas, alimenta el "humus" de la tierra. De esta manera, cuando llegue la primavera, el manto verde volverá a aparecer más nutrido y más bello.

Nosotros hacemos un intento para ir adaptándonos a este advenimiento del invierno, buscamos afanosamente las prendas que nos abriguen y protejan de los efectos climatológicos.

Yo deseo ahora ser el brujo que emprende el vuelo con su vieja escoba, esa que permanece siempre dispuesta en un rincón de la cocina. Claro, siempre que la jerarquía de la magia me da su autorización para poder hacerlo.

Si no lo hace, siempre me quedará el deseo de corretear por las calles en busca de ese café caliente que alimente mi espíritu y mi cuerpo derrotado.

Regresaré raudo para refugiarme en mi mantita sobre el sofá y relajarme dejando que las ondas que emanan del aparato de televisión me embriaguen y me hagan sumergirme en un profundo sueño, en donde la lluvia sigue cayendo imperturbable a través de los tristes ventanales, dejando hora tras hora que sobrevenga la noche, la oscuridad, donde ya no queda mucho por hacer, mas que buscar el lecho a la espera de la próxima lluvia, de la cándida desesperanza, de la constante tristeza de los días otoñales, melancólicos y repletos de pinceles mágicos capaces de pintar los más bellos colores, donde se corona rey el "amarillo".

Y si puedo surcar los aires con mi vieja escoba, reiré sin parar a los cuatro vientos, soltaré sobre el mundo mis carcajadas bomba, al saber que me he librado de pisar conflictivos aeropuertos, en donde te arrebatan el tiempo de la vida, en donde la sangre se condensa en una pose de payasada existencia.

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Anvik HerrRed (c) Madrid, 5 de diciembre 2010

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