Este mes de enero, en sus principios, no se está pareciendo en nada al mes de enero de 2010.
Si aquel era frío y salpicado de alguna fuerte nevada, éste transcurre húmedo, con lluvia, y durante estos tres últimos días un sol que calienta la mañana y nos lleva unos grados arriba. La verdad es que se agradece. Alguien me decía ayer que todavía queda mucho invierno, que tenemos que pasar todavía el resto del mes de enero, y luego vienen febrero... marzo.... abril.... Puede ser que el invierno se esté retrasando. Puede ser que cuando menos los esperemos nos sobrevenga de pronto un frío intenso propio de esta estación. Lo que si es cierto que aquí en Madrid estamos superando la gripe epidémica que tras una fuerte subida de fiebre acompañada de una horrible tos continua que no nos deja dormir, después nos quedan las secuelas que se traducen en un cuerpo baldío, con dolores musculares, malestar general, y síntomas extraños en la cabeza y en los ojos. Pasamos la gripe como si pasáramos un fuerte desamor. Como si nos encontráramos de repente en una situación anómala, desplazados de nuestro bienestar habitual.
Contemplamos las noticias en la televisión y nos informamos de que en otras partes del globo terráqueo ha llovido muchísimo y los ríos se han desbordado. Ha sucedido en Australia, en Brasil, bueno... y aquí en España, tanto en Galicia como en Andalucía. Casas inundadas. Familias enteras evacuadas. Personas desaparecidas. Equipos de rescate trabajando constantemente para salvar las vidas posibles. Las riadas no perdonan, vienen de repente y te desplazan, mucho peor que una gripe. De una enfermedad, con suerte, puedes salir indemne, volver con el tiempo a la normalidad, a ser uno mismo. Con un desastre natural, en el caso de que te afecte directamente, la solución es mucho más problematica. Simplemente te quedas fuera y a veces sin ocasión de retorno.
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Anvik Herr Red (c) Madrid, 14 de enero 2011
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