lunes, 4 de julio de 2011

Oda al padre

Padre,
fuiste un buen hombre.
Te llevó la de la guadaña un 13 de abril de 2011.
Sin ti, yo no me contaría entre los vivos de este mundo.
...
(La moneda siempre salta de un lado u otro. Dualidad)


Pero a ti te debo conocer esta vida con todas sus cosas
buenas y malas...


Padre,
cuantos recuerdos gratos,
cuantos momentos preciosos,
compartidos contigo,
cuánta enseñanza,
cuánta inspiración.


Rebosabas sabiduría en tu bendita ancianidad.
Tus cabellos blancos,
sin ya apenas dientes para masticar,
tu cuerpo hecho un humilde pellejo
ante los Dioses.
...
Cuánto potencial perdido,
viviste una época histórica adversa,
la guerra civil truncó tu futuro,
fuiste comprometido proletario.


Responsable con tu familia,
suegros, esposa e hijos,
sacaste siempre la espada de la paciencia,
con una virtud siempre tan noble.


Fuiste para el estado un gran hombre oculto,
siempre por descubrir,
sabio de historia,
humilde y siempre silencioso.


Ahora comprendo esa constante incomunicación.


Por eso, ahora en el más allá,
despojado de toda frustración mundana,
tu grito se hace trueno,
tu conciencia tormenta.


Estás ya entre los grandes Dioses,
tienes un trono en el universo,
tú, entre todos los mortales,
fuiste un alma noble y buena,
sabio bondadoso,
anciano callado,
hombre humilde.


Padre cerré tus ojos de color marrón,
como aceitunas,
y recibí tu mirada muerta,
despidiendose de mi,
aún profesandome tu cariño.


Puse una moneda en cada ojo,
para pagar al barquero.


Tras el fuego del crematorio,
las nubes del cielo me sonrieron.



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Anvik Herr Red (c) Madrid, 4 de julio de 2011

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