lunes, 14 de noviembre de 2011

Nessie y los vikingos (Por Olat Herr Red - Madrid, Spain 10.11.11)

No tengo conciencia de cuando nací. Debió de ser en alguna oquedad oculta de este planeta. Muy probablemente a partir de un huevo, ya que mi madre debía de ser ovípara. Por tanto, no la conocí, y mucho menos a mi padre. Como podía saber que cuando salí de aquella molesta cáscara, que mis padres ya no existían. Seguramente fallecieron en lo más profundo del océano y sus restos fueron engullidos por miles de otros seres depredadores del mar.

Como podía saber que era el último espécimen de plesiosauro sobre el mundo. Ya no existían más de mi propia especie. Como podía saber que no podría jamás emparentarme con ninguna hembra, que no podría tener nunca descendencia, que cuando yo muriese ya no habría ningún plesiosauro nunca jamás sobre la tierra.

Nosotros, los plesiosasurios, que habíamos sobrevivido tantos milenios, que convivimos con tantos otros animales prehistóricos y que junto con las ballenas habíamos subsistido hasta los tiempos presentes, bien es de decirlo, a duras penas, junto a tantos animales de la ultima era, seres maravillosos como los calamares gigantes, como las mantas rayas, como los temibles tiburones y como los antidiluvianos caimanes y cocodrilos y tantas otras especies marinas supervivientes de otros tiempos mucho mas antiguos.

Nuestra alimentación básica consistió de plancton cuando navegábamos en el seno de los mares y de plantas acuáticas, sobre todo, de las más sabrosas, las que crecían en los fondos de los lagos internos de algunas masas de tierra que daban forma a los continentes.

A nuestra especie le gustaba desplazarse por los mares libres del mundo, pero a veces, regresaban a los lugares más mágicos, a esos lugares tranquilos, donde podían retozar a gusto y alimentarse de una forma sosegada. Esto había sucedido durante miles de años.

Claro que la configuración de la tierra había ido cambiando, pero en la memoria genética de nuestra especie aún habían quedado grabadas algunas de las ubicaciones de estos sitos, donde todavía se podía acudir para poder procrear.

Por lo que sobreviví como pude, en parte gracias a mis genes. El ansia de supervivencia me hizo aferrarme a todo lo que se presentaba ante mí. Probé a engullir algunas plantas acuáticas. Cuando pude nadar e ir un poco más lejos de la cueva, probé con el plancton y me gustó. Era el mismo alimento del que se alimentaban los grandes cetáceos. Esas ballenas que eran mucho más grandes de lo que yo sería cuando creciera y lograra alcanzar una etapa adulta.

Pasó el tiempo, y un día sentí la necesidad de viajar y llegar a ese lugar mágico, el lugar que mis padres me habían infundido en mi memoria genética. Un lugar precioso, un sitio donde mis ancestros visitaron por lo menos  una  vez en su vida y donde se habían sentido a salvo de los peligros del océano.

Si, tengo que confesar que estuve allí en varias ocasiones de mi vida. Supe enseguida, desde la primera vez, que debía andar con mucho cuidado. Sabía que mis padres encontraron que el lugar ya no les pertenecía.

Existían otros seres que dominaban el lago. Mis padres vieron barcos de hombres navegando por las aguas. También detectaron movimiento en las orillas. Supieron que existían otros habitantes y que estos marcaban ya el punto y final a tantos milenios de existencia para nuestra especie.

Mis padres no eran tontos. Eran seres milenarios, y la memoria genética era ya muy intensa. Supieron enseguida que su tiempo había terminado ya.

De todas formas acudí también allí. Era mi misión. Mi intuición me llevó a visitar el lugar, el sito donde mis ancestros habían estado durante miles de años. Encontré el pasadizo y este me adentró en el gran lago. Sus aguas eran oscuras, sus fondos estaban llenos de cieno. Anduve con mucho cuidado.

No eran un lugar donde podría alimentarme durante mucho tiempo. Era un lago prehistórico, seguramente no quedaban muchos más sobre el planeta., pero, de todas formas, era el lugar que mis antepasados habían visitado siempre, donde mi especie había procreado.

Busqué como pude las plantas con las que poder alimentarme durante algún tiempo. No sé porque permanecí en aquel lugar por espacio tan prolongado. Tal vez, esperaba con una cierta ansiedad, la llegada de alguna hembra, como había sido por tiempos inmemoriales habitual, y con la que poder copular, pero esto nunca sucedió.

Como podía saber yo que ya no quedaba nadie más de mi propia especie. Que con mis padres yo era el único espécimen que quedaba sobre todo el planeta tierra.

Nadé durante algún tiempo sobre el lago. Aproveché la noche y las horas intempestivas, donde los hombres no solían aparecer por las orillas, ni era usual la navegación con sus barcos.

Sabía como ocultarme, sabía como pasar inadvertido a otras especies vivientes. Esto lo llevaba conmigo, oculto en lo más interno de mi alma y gracias a mis ancestros que me lo habían transmitido.

Sabía que los hombres ahora dominaban la tierra y también les había visto navegar por los mares. Había observado las embarcaciones de todos los tipos y tamaños. Conocía muy bien como evitarlos, como pasar desaparcebido en todo momento.

Mis padres me habían transmitido que jamás debía mostrar mi presencia frente a estos seres. Mis padres tenían múltiples experiencias con los hombres, pero casi todas habían consistido en observaciones y ellos jamás se habían mostrado, por lo que casi siempre habían pasado desapercibidos.

Sé que mi memoria genética me dice cosas, como por ejemplo, que en algunas ocasiones, cuando éramos muchos más nadando en el mar, mi especie no había podido evitar a lo largo de la historia, algunos encuentros fortuitos con los hombres.

Hubo un tiempo en que algún encuentro no pudo ser evitado. En aquellos remotos tiempos, pero mucho después de la era prehistórica,  navegaban por los mares veloces barcos, dotados de un diseño impresionante, que nuestra especie no había visto jamás en todos los mares de la tierra. Eran barcos de forma alargada dotados de mástil con vela y varios remos. La fuerza de los hombres suplía los momentos de la ausencia de viento. Eran embarcaciones construidas a partir de la madera, muy bellas. Nuestros ancestros plesiosasurios estaban fascinados ante tales navíos. En algunas ocasiones no pudieron abstraerse a acercarse más y nadar al lado de tales obras maestras de los hombres.

Y eso les perdió. Una vez un hombre, un vikingo de nombre Thor,  les lanzó un gran arpón que hirió de muerte a Jonás, un macho líder de la gran manada. El gran macho al sentirse herido sacó el cuello sobre el agua y observó muy de cerca al hombre que le había herido.

Era este, un ser humano enorme, provisto una gran melena que colgaba sobre sus amplios hombros y de una gran barba de color pelirrojo. Portaba sobre su cabeza un yelmo y su cuerpo se cubría de algunas pieles. Era un impresionante vikingo, que en ese instante se encontraba sumido en un inmenso trance de fascinación ante la visión de nuestro ancestro plesiosauro.

Luego, pasado ese instante, Jonás se volvió a sumergir evitando cualquier otro contacto con aquel hombre, y rápidamente desapareció, adentrándose en lo más profundo del mar, y finalmente dejándose depositar lentamente sobre el fondo marino para exhalar allí su último suspiro.

Muy pocos fueron los encuentros de mi especie con los hombres. Esta fue una de ellas. Aquellos hombres. Aquellos valientes aventureros de los mares del norte notaron nuestra presencia. Su fascinación fue en aumento. Alumbraron historias que fueron pasando de padres a hijos, de abuelos a nietos…

Grandes fueron las gestas de estos hombres a costa de nuestra herbívora e inofensiva especie, entonces ya en aquellos años al borde de la extinción.

Estos vikingos, grandes artesanos de la madera, grandes ingenieros navales, en honor a nuestros antepasados, construyeron proas a imagen nuestra. Esas proas épicas, esas preciosas obras de arte que fueron testigos de tantas aventuras, de tantas heroicidades por aquellos valientes.

Nuestra especie siempre navegó con ellos, siempre estuvo a su lado, casi siempre sin que ellos lo supieran. Sus proas eran el símbolo de Jonás, de aquel líder muerto por uno de los dioses de aquellos hombres.

Por eso nadábamos a su lado, algunas yardas por debajo de sus quillas, pero animándoles con nuestros espíritus,  acompañándoles con nuestra fuerza, porque ellos eran la encarnación de nuestro ancestral líder.

Sus proas eran sin ninguna duda, la representación de nuestro glorioso antepasado. Por eso seguíamos a los drakkar. Les acompañábamos. A veces cuando los guerreros vikingos se adentraban en desconocidos mares de bruma, asomababamos brevemente nuestros cuellos por encima del agua.

Al instante, una inmensa algarabía se dejaba oír sobre las húmedas maderas de las embarcaciones. Los vikingos entonaban cánticos que seguramente dedicaban al gran dios del universo Odín y a su hijo, el dios Thor, con la fe puesta en sus corazones de que les infundiera protección y les condujera a un cierto destino.

La visión por aquellos hombres de los cuellos y cabezas de nuestros ancestros no solo les infundió la fuerza necesaria para realzar su espíritu y su fe vikinga, sino también para demostrar al mundo la destreza de su arte con la madera, con la piedra, la consagración de sus costumbres, y sobre todo su desafío a la naturaleza en una increíble demostración de gran tesón en el arte de la supervivencia.

Nuestros ancestros plesiosasurios que en aquellos remotos tiempos visitaron en múltiples ocasiones los mares del norte, fueron enteramente felices. Familias enteras pudieron retozar con toda la tranquilidad a salvo de otros grandes depredadores de los tiempos prehistóricos. En aquellos mares muy cercanos al Polo Norte Ártico, en el seno de los inmensos mares helados encontraron la felicidad. Y mucho más cuando encontraron los lagos tierra dentro a semejanza del ultimo, el Ness.

Esos lagos fueron remanso de paz y felicidad para familias enteras de plesiosasurios. Entonces no había hombres en las orillas, ni luces, ni cámaras fotográficas. Nuestras familias eran los grandes dueños de esos grandes lagos. Los lagos de aguas oscuras. Los lagos de fondos fangosos. Allí nuestros ancestros eran los únicos dueños y señores, allí nuestros antepasados encontraron la felicidad. Allí la especie procreó y repobló durante algunos años los mares de la tierra.

A la pregunta que probablemente se hacen ustedes ahora de porque yo soy el último de nuestra especie es difícil responder. No se debe en absoluto al hombre, desconocedor en los tiempos actuales, siempre de nuestra presencia, tan solo intuyéndonos a través de leyendas antiguas y dedicado en el presente, exclusivamente, a la caza de ballenas, cetáceos de alguna forma parientes nuestros, más próximos,  y que en mayor numero se han dejado claramente avistar por las embarcaciones de los hombres, o desde las orillas de la tierra. Ballenas que también están a punto de la extinción.

Por circunstancias milenarias, a nuestra especie siempre le había gustado desplazarse algunas temporadas, dentro de su existencia, a los mares del norte.

Allí, nuestros ancestros encontraban la tranquilidad idónea para retozar y procrear. Estos hábitos se habían transmitido a las crías durante miles de años. Esto se había transmitido hasta llegar a mí, el último de nuestra prehistórica estirpe.

Recuerdo que permanecí en el lago de las aguas oscuras durante bastante tiempo. Observé en algunas ocasiones barcos que navegaban el lago. Observé fascinado durante la noche las luces que brillaban en las orillas. Me quedé absorto durante durante las claras horas del día con los hombres que fotografiaban incesantemente el lago, y me divertí maravillosamente al evitar que impregnaran mi imagen en sus máquinas.

Yo era el último, y no me gustaba en absoluto que los hombres tuvieran alguna fotografía de mi ser. Muy posiblemente esto también fue transmitido por mis padres, que fueron muy cuidadosos evitando a los seres terrestres, a los hombres, a los que conocían muy bien debido a las experiencias de los antepasados.

Supe de que los hombres, contrariados por no haber podido obtener ninguna imagen fotográfica, y ninguna otra prueba de mi existencia, se lanzaron a un montón de empresas sin sentido, y tan solo con el objetivo, mas que reprobable, de obtener recompensas materiales a costa de mi ser.

Me llegué incluso a enterar de que alguien, un tal Christian Spurling, en 1993 confesó que quiso emularme, haciendo un montaje con una cabeza y un cuello hechos de plástico y madera de no más de un pie de alto y sujetados a un submarino de juguete. Incluso habían plasmado mis huellas en la orilla por medio de un cenicero con forma de huella de hipopótamo.[1]

Estas cosas insertaban un paréntesis a mi pobre existencia poniendo un aderezo divertido a ciertos momentos.

Si bien, existieron otros, que por mis notables descuidos involuntarios, permitieron que en efecto me lograran realmente fotografiar. Esto no lo pude evitar porque tampoco permanecí durante esos años en el lago como un fantasma, sino que era un ser de carne y hueso. Un ser viviente, aunque muchos me calificaran de “monstruo marino”.

Por tanto, en 1976, lograron finalmente plasmarme en una fotografía en Rosemullion, muy cerca de Falmouth en Cornwall[2].

Este fue un descuido del que nunca logré zafarme y que me humilló notablemente, y mucho más cuando mis intenciones fueron siempre pasar totalmente desapercibido para la humanidad, y no porque yo lo quisiera, sino porque mis genes así se encontraba fielmente grabado por mis ancestros que debido a la fatal experiencia del gran lider “Jonas” nunca más habían querido tener contacto con ningún ser terrestre.

Aunque es preciso decir que durante muchos años mis antepasados se dedicaron a seguir ciegamente a las embarcaciones con la proa tallada, como si se tratase del mismo Jonás, y aunque acompañaron durante esos años a los valientes vikingos, jamás hicieron gala de ostentación desvelando su presencia, pues la manada seguía a las embarcaciones de los drakkars, a varias yardas de distancia y por debajo del mar, eso sí, infundiendo siempre su espíritu, alabando al antiguo líder, pues en esas construcciones navales se encontraba siempre para ellos el gran Jonás, el gran plesiosauro que una vez les había conducido a toda la enorme manada a aguas felices, a las aguas de los mares del norte, y que había fallecido a manos de un vikingo, vinculándose así las dos especies, la humana y la de los telúricos saurios.

Por todo esto nuestra especie demostraria su fidelidad a los vikingos por toda la eternidad acompañando todas las expediciones de vikingos que se lanzaran a la notable osadía de surcar los profundos y desconocidos océanos.

El espíritu de mis ancestros plesiosasurios se encontraba de esta forma eternamente unido al alma de los aventureros y heroicos vikingos. Ambos navegarían siempre unidos por el espíritu de los dioses.

Siendo conocedor del hecho de que algunos hombres habían logrado plasmar mi imagen sobre las aguas, decidí que esto no debía importarme en absoluto. Permanecí totalmente al margen de estos acontecimientos. Eso sí, disfrutando a tope y porque no decirlo sintiéndome entretenido y divertido al mismo tiempo. Eso me hacia feliz y al mismo tiempo olvidaba las sacudidas desde mi sistema biológico que me lanzaba de vez en cuando, advirtiéndome con este tipo de señales de que mi misión aquí era procrear. Pero con quien iba a hacerlo si ya no quedaba nadie más de mi raza.

Pasado un tiempo abandoné el lago mágico y sus alrededores y retorné al mar.

No quiero cansarles al contar las enormes vicisitudes por las que a partir de ese instante atravesó mi existencia. Navegue por todos los mares de la tierra. Ya sabía en lo más intimo de mi ser que no encontraría ningún otro  congénere, porque desde que nací nuestra especie es sabedora al instante de su destino. Dedicado a obtener toda la sabiduría que me proporcionaban las fosas abismales, los grandes mares de la tierra, las visiones con animales marinos de todas las especies, comparándolas y recordando a través de mi memoria genética cuando mi especie cohabitaba en los prehistóricos océanos, con especies que jamás el hombre pudiera imaginar.

No dejaba de reflexionar y filosofar al respecto.

Mi existencia sobre los mares pasó de una manera triste y diáfana. Por otra parte, bien es cierto atravesé por ciertas aventuras, pero pienso que no es el momento ni el lugar aquí precisamente para relatarlas, bien porque son banales y porque no se ajustan en absoluto con la línea que estoy tratando de trazar al construir este relato.

Llego, por tanto, al momento en que ya sólo y abandonado a mi triste suerte, conocedor en lo mas profundo de mi interior, de que no tendría ya nunca ninguna posibilidad de procreación, me dejé arrastrar por las corrientes marítimas que atraviesan y conectan los diferentes mares de la tierra, sin rumbo definido, me fui abandonando paulatinamente, sumido en una infinita tristeza y una herida sangrante sin remedio se fue apoderando de mi alma y de mi espíritu, y así poco a poco se fue desvelando mi fatídico destino.

En el instante de mi muerte supe que mi linaje no tendría ya jamás más futuro en la historia de este planeta, en la historia del universo entero. Mi linaje durante tantos siglos… ese linaje que había conocido el despertar de la tierra, las múltiples formas de vida que habían surgido, el esplendor de las especies marinas y terrestres… mi viejo linaje… el linaje que convivió con aquellos valientes vikingos, los únicos que se atrevieron a surcar las frías aguas de los mares del norte, aquellos que poblaron las orillas de los lagos de las oscuras aguas, donde mis ancestros gustaban de visitar una vez en su vida para procrear….

Ya solo os puedo contar que mis fuerzas fueron flaqueando, que ya mi cuerpo y mi espíritu se dejaron abandonar y que así fallecí yo, así acabó la vida y la existencia del último plesiosauro, de Nessie.

Si queréis saber algo más de mi muerte os contaré que el 25 de abril de 1977, el carguero japonés Zuiyo Maru, encontró mis pobres restos, convertidos ya en un terrible despojo, a 50 km. de Crishchurch en Nueva Zelanda[3].

Ese fue mi terrible final y unos pobres y miserables despojos, del ultimo espécimen perteneciente a un amplísimo linaje durante siglos, finalmente en manos de los hombres, quizás como un ultimo tributo de mis ancestros a aquellos viejos vikingos, que fueron testigos de nuestra presencia sobre las gélidas aguas de los mares del norte; aguas que impregnaron de felicidad a los miembros de mis especie en aquellos lejanos tiempos.

…………………………………………………….
Olat, Madrid, Spain (10.11.11)


[1] Fenómenos extraños. Peter Henshaw. Pág. 46,
[2] Idem.
[3] Fenómenos extraños. Peter Henshaw. Pág. 46,

Nessie and the Viking - (Por Olat Herr Red - Madrid, Spain 10.11.11)

I have no awareness of when I was born. It must have been hidden in some cavity of this planet. Most likely from an egg, as my mother had to be oviparous. Therefore did not know her, let alone my father. How could I know that when I came out of that shell annoyed that my parents were gone. Probably died in the depths of the ocean and its remains were engulfed by thousands of other living predators of the sea.

How could I know that was the last specimen of a plesiosaur on the world. Gone were most of my own species. How could I know that could never intermarry with any female who could never have offspring, that when I die and there would be no plesiosaur never land.

We, the plesiosasurios, which had survived so many millennia, that we live with so many other prehistoric animals and together with the whales had survived to the present times, it is to say, just barely, with so many animals in the last era, beings wonderful as the giant squid, such as manta rays, sharks and scary as antediluvian as alligators and crocodiles and many other survivors of other marine species much more ancient times.

Our basic diet consisted of plankton when we sailed in the heart of the seas and aquatic plants, especially of the tastiest, which grew in the bottoms of the inland lakes of some land masses that shaped the continents.

In our species liked navigate the open seas of the world, but sometimes returning to the most magical places, those quiet places where they could romp at home and eating in a calm. This had happened for thousands of years.

Of course, the configuration of the land had been shifting, but the genetic memory of our species had been recorded yet some of the locations of these sites, where you could still go in order to procreate.



As far as I survived in part thanks to my genes. The urge to cling to survival made me everything that came before me. I tried to swallow some aquatic plants. When I swim and go a little farther from the cave, I tried and liked the plankton. It was the same food which fed the great whales. These whales were much larger than I would be when he grew and managed to reach an adult stage.

Time passed and one day I felt the need to travel and get to that magical place, the place that my parents had instilled in my genetic memory. A beautiful place, a place where my ancestors visited at least once in their life where they felt safe from the dangers of the ocean.

Yes, I have to confess that I was there on several occasions throughout my life. I knew immediately, from the first time, to be very careful. I knew my parents found that the place no longer belonged to them.

There were other creatures that dominated the lake. My parents saw men vessels navigating the waters. They also detected movement in the banks. They knew that there were other people and that those already marked an end to many millennia of existence for our species.

My parents were not stupid. They were ancient beings, and the genetic memory was already very intense. They knew immediately that his time was up already.

Anyway I went there too. It was my mission. My intuition led me to visit the site, the site where my ancestors had been for thousands of years. I found this passage and I entered the lake. Its waters were dark, their funds were full of silt. I walked carefully.

There were a place where it could feed a long time. It was a prehistoric lake, probably were not many more on the planet. But, anyway, was the place that my ancestors had ever visited where my species had procreated.

I looked as I could the plants with which to feed for some time. Do not know why I stayed in that place so long space. Perhaps, waiting with some anxiety, the arrival of a female, as had been usual for time immemorial, and with which to copulate, but this never happened.

How could I know that there was no one more than my own species. With my parents I was the only specimen that was on the whole planet earth.

I swam for some time on the lake. I took the night and odd hours, where men do not usually appear around the edges, nor was it usual sailing their boats.

He knew how to hide, know how to pass unnoticed to other living species. This I carried with me, hidden in the innermost of my heart and thanks to my ancestors who had passed me.

He knew that the men now ruled the earth and had been sailing the seas. He had watched the boats of all types and sizes. He knew well how to avoid, such as passing desaparcebido at all times.

My parents had passed ever had to show my presence in front of these beings. My parents had many experiences with men, but almost all had consisted of observations and they had never shown so often had gone unnoticed.

I know my genetic memory tells me things like that sometimes, when we were much more swimming in the sea, my species had not been avoided throughout history, some encounters with men.

There was a time when a meeting could not be avoided. In old times, but long after the prehistoric era, fast sailing ships through the seas, endowed with a stunning design that our species had never seen in all the oceans of the earth. Elongated vessels were equipped with sail mast and several oars. The strength of the men made up for the moments of the absence of wind. Boats were built from wood, very beautiful. Our ancestors were fascinated plesiosasurios to such ships. Sometimes abstract could not get closer and swim next to such masterpieces of men.

And that they lost. Once a man, a Viking named Thor, he threw a large harpoon struck down Jonah, a male leader of the great herd. The big male to feel hurt neck took on water and closely observed the man who had wounded him.

Was this a great human being, provided a huge mane that hung over his broad shoulders and a large red-colored beard. She wore a helmet on his head and his body was covered with some skins. It was an impressive Viking at that moment he was engulfed in a huge trance of fascination at the sight of our ancestor plesiosaur.

Then, after that moment, Jonah dip again avoiding any contact with the man, and quickly disappeared deep into the depths of the sea, and finally letting slowly deposited on the seabed to exhale his last breath there.

Very few were my kind encounters with men. This was one of them. Those men. Those brave adventurers from the northern seas noticed our presence. His fascination grew. Lit stories were passed from father to son, from grandparents to grandchildren ...

Great were the deeds of these men at the expense of our herbivorous and harmless species, then in those years on the brink of extinction.

These Vikings, great craftsmen of wood, large naval engineers, in honor of our ancestors built our image bows. These epic bows, these precious works of art that witnessed so many adventures, many of those brave heroics.

Our species has always sailed with them, was always at his side, often without their knowledge. Their bows were the symbol of John, of that leader killed by one of the gods of those men.

So we swam to his side, a few yards below their keels, but living with our spirits, accompanying them with our strength, because they were the incarnation of our ancestral leader.

Their bows were undoubtedly the representation of our glorious ancestor. So we continued to Drakkar. I accompanied them. Sometimes when the Viking warriors were venturing into unknown seas of mist, briefly asomababamos our necks above water.

Instantly, a huge uproar was heard on the damp woods of the boats. Vikings chanting surely devoted to the great god of the universe and his son Odin, the god Thor, with faith in their hearts that they infuse protection and lead them to a certain destination.

The vision for the men's necks and heads of our ancestors not only infused the force necessary to enhance your Viking spirit and faith, but also to show the world the skill of their art with wood, stone, dedication their customs, and especially its challenge to nature on an incredible show great tenacity in the art of survival.

Plesiosasurios our ancestors in those ancient times on many occasions visited the northern seas were entirely happy. Entire families were able to romp with all the tranquility safe from other large predators in prehistoric times. In those waters very close to the North Pole Arctic, within the vast sea ice found happiness. And much more when they found the earth in the likeness lakes of the latter, the Ness.

These lakes were haven of peace and happiness for entire families of plesiosasurios. Then there were men on the banks, no lights, no cameras. Our families were the great masters of the great lakes. The black water lakes. Muddy lakes. There our ancestors were the sole owners and gentlemen, there our ancestors found happiness. There sired species and repopulated a few years the seas of the earth.

To the question you probably do now because I am the last of our species is difficult to answer. Should not be at all man, unfamiliar in modern times, always in our presence, sensing only through ancient legends and dedicated at present, exclusively, whaling, whale somehow relatives of ours, closer , and in greater numbers have clearly been sighted by ships of men, or from the shores of the earth. Whales are also on the brink of extinction.

Ancient circumstances, our species had always liked to move some seasons, in their existence, to the northern seas.

There, our ancestors were the peace ideal to frolic and procreate. These habits were transmitted to the offspring during thousands of years. This had been passed down to me, the last of our prehistoric lineage.

I remember I spent in the dark waters of the lake for some time. Sometimes watched ships sailing the lake. I watched fascinated at night the lights shining on the shore. I was engrossed for hours during the clear day with the men who constantly photographed the lake, and I enjoyed wonderfully by keeping impregnate my image on their machines.

I was the last, and did not like at all that men have a photograph of my being. Quite possibly this was also transmitted by my parents, who were careful to avoid terrestrial beings, men, who knew very well because of the experiences of ancestors.

I knew that men, disappointed at not being able to get any photographic image, and no other proof of my existence, threw a lot of companies without regard, and only for the purpose, rather than reprehensible, to obtain material rewards expense of my being.

Me I even found out that someone, a certain Christian Spurling confessed in 1993 that wanted to emulate, making an assembly with a head and a neck made of plastic and wood of no more than a foot high and attached to a toy submarine . They had even put my footprints on the shore by means of an ashtray shaped like a hippo footprint.

These things inserted a parenthesis to my poor existence by putting a dressing fun at certain times.

Although there were other, which by my carelessness notable involuntary indeed allowed me to photograph effectively achieve. This could not help it because during those years also remained in the lake as a ghost, but he was a being of flesh and bone. A living, although many I labeled a "sea monster".

Therefore, in 1976, finally succeeded reflected in a photograph Rosemullion, near Falmouth in Cornwall.

This was an oversight which I never managed to break free and humbled me greatly, and much more when my intentions were always go completely unnoticed by mankind, and not because I wanted to, but because my genes so faithfully was recorded by my ancestors due to the fatal experience of the great leader "Jonas" had never wanted to have contact with any earthly being.

Although it must be said that for many years my ancestors were devoted to blindly follow the boats with the bow carved as if it were the same Jonah, and even accompanied him during those years the brave Vikings never made ostentatious show of revealing its presence because the herd was to craft the longships, several yards away and under the sea, yes, always infusing her spirit, praising the former leader, as in those shipbuilding for them was always the great Jonah the large plesiosaur that had once led to all the great herd happy waters, the waters of northern seas, and had died at the hands of a Viking, thus linking the two species, the human and the telluric dinosaurs.

For all that our species would demonstrate his loyalty to the Vikings for eternity accompany all shipments of Vikings who launched the remarkable audacity to sail the unknown deep oceans.

The spirit of my ancestors plesiosasurios was ever thus united to the soul of the heroic and adventurous Vikings. Both sail forever united by the spirit of the gods.

Being aware of the fact that some men had managed to capture my image on the water, I decided that this should not matter at all. Remained completely outside of these events. Of course, enjoyed it and why not say feeling fun and entertaining at the same time. That made me happy and forget while shaking from my biological system that threw me from time to time, warning this type of sign that my mission here was to procreate. But who would do it if there was no one more than my race.

After a while I left the magic lake and its surroundings and returned to the sea.

I have not tired at the enormous vicissitudes that from that moment through my existence. Navigate the seas of the earth. I knew in the deepest recesses of my being that I would find any other congener, since I was born because our species is instantly Aware of his fate. Dedicated to obtain all the wisdom you gave me the abysmal pits, great seas of the earth, the sea views from all animal species, comparing and remembering through my genetic memory when my species cohabiting in prehistoric oceans, with species man could ever imagine.

I kept thinking and philosophizing about it.

My life on the seas went from a sad and transparent manner. Moreover, it is true I went through some adventures, but I think it is not the time nor the place here just to tell, either because they are trivial and that do not fit at all with the line I'm trying to draw in constructing this story .

I come, therefore, at the time and just, and left my sad fate, knowing in the depths of my heart, that he never would have no chance of procreation, I let myself be carried away by ocean currents that cross and connect different seas of the earth, without clear direction, I was gradually abandoned, lost in an infinite sadness and a bleeding wound inevitably took hold of my soul and my spirit, and thus gradually revealing my fateful destination was.

At the instant of my death I learned that my line would no longer ever further into the history of this planet, in the history of the universe. My lineage for centuries ... that lineage who had known the awakening of the earth, the many forms of life that had arisen, the splendor of the marine and terrestrial species ... my old lineage ... lineage who lived with those brave Vikings, the only who dared to sail the cold waters of northern seas, those who inhabited the shores of the lakes in the dark waters, where my ancestors liked to visit once in his life to procreate ....

And only I can tell you that my forces were faltering, now my body and my spirit to leave and left me so I died and ended the life and existence of the last plesiosaur, Nessie.

If you want to know more about my death I will tell you that the April 25, 1977, the Japanese freighter Zuiyo Maru, found my poor remains, converted into a terrible deprivation, 50 km. of Crishchurch in New Zealand.

That was my terrible end and a poor and miserable spoil, the last specimen belonging to a vast lineage for centuries, finally in the hands of men, perhaps as a final tribute to my ancestors to those old Vikings, who were witness to our presence the icy waters of the northern seas, waters of joy that permeated the members of my species in those distant times.

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Olat, Madrid, Spain (10.11.11)

 

martes, 8 de noviembre de 2011

The white uro

The wind whips on the foreheads of the men.
Blind whole.
Fog covers the land.
Stone density.

gray
the roof of heaven,
hidden from the gods.

Movement can not be seen,
in living beings.

The mists bring premonitions;
the "Uro White"
whose skin glows,
as the Golden Fleece.

Strings of emeralds
Light up the forest.

Bring pictures of snow,
white powder,
pure
crisp.

Peeks snow,
the coming winter.

Cold magic is approaching
where men dream,
where the Gods sleep.

It sounds like the silence,
by which the horn blows.

It sounds like the snow,
warriors where they step.

Their hearts beat.
Fullness of love.
Fullness of force.

Perish and fall.
Wolves howl.
The bear hibernates.

Olat, Madrid, Spain - 04.11.2011

El Uro Blanco

Azota el viento sobre la frente de los hombres.
Ciega todo.
Cubre la niebla la tierra.
Densidad pétrea.

Grisáceo,
el techo del cielo,
oculta a los dioses.

Apenas se aprecia movimiento,
en los seres vivientes.

Las brumas traen premoniciones;
el “Uro Blanco”,
cuya piel brilla,
como vellocino de oro.

Ristras de esmeraldas
Iluminan el bosque.

Traen imágenes de nieve,
polvo blanco,
puro,
reluciente.

Nieve que atisba,
el cercano invierno.

Fríos mágicos ya se acercan,
donde los hombres sueñan,
donde los dioses duermen.

Ya suena el silencio,
por el que al cuerno sopla.

Ya suena la nieve,
por donde los guerreros pisan.

Laten sus corazones.
Plenitud de amor.
Plenitud de fuerza.

Perece ya el otoño.
Los lobos aúllan.
El oso inverna.





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Olat, Madrid, Spain 04.11.11

The rain that cries

It rains ...
Sad and cry the sky,
dry fields stained poor Spain,
rain paused,
transgressing the most profound silence,
dim
shed tears of diamonds
stroking the thirsty minds
of men

The humus of the forest and mixed,
raising the fall
the pedestal of the gods.
Joy in sick bodies,
joy in the battered souls
joy of the miserable,
the humble,
the poor man,
walking difficult
with their heavy marble slab
on itself.

Fly travelers and spirit,
Fly through the wide worlds
release
ecstasies full ...

Souls of the dead,
cry because of your past,
solve the old troubles,
cry of vengeance
always offer the two currencies
to pay the ferryman.

Because the sky is crying ...
and oozing with joy the earth,
newly pregnant with moisture,
leaving the garment
of barren dryness.


.....
Olat, Madrid, Spain - 24.10.2011

La lluvía que llora

Ya llueve...
Ya llora triste el cielo,
tiñe los campos secos de la pobre España,
lluvia pausada,
transgresora del más profundo silencio,
tenue,
lágrimas de diamantes se derraman
acariciando las sedientes mentes
de los hombres

El humus del bosque ya se mezcla,
elevando el otoño
al pedestal de los dioses.
Alegría en los cuerpos enfermos,
alegría en las maltrechas almas,
alegría del mísero,
del humilde,
del pobre ser humano,
caminando dificultoso
con su pesada losa de mármol
sobre sí.

Volad ya viajeros del espíritu,
volad por los amplios mundos,
liberación,
éxtasis pleno ...

Almas de los muertos,
clamad ya por vuestro pasado,
resolver las viejas cuitas,
clamad la venganza
ofrecer siempre las dos monedas
para pagar al barquero.

Ya llora el cielo ...
ya rezuma de alegría la tierra,
recién preñada de humedad,
abandonando el ropaje
de su estéril sequedad.

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Olat, Madrid, 24.10.2011